Uvas por todos lados. Pero unas uvas retintas, de granos pequeños, con más acidez que azúcar, pero es la esencia genética de las demás variedades en el valle de Lunahuaná. Es la uva silvestre conocida como uvina. En realidad, se trata de la variedad Jacquet Palestina. Se podría decir que no hay quebranta, ni Italia, ni borgoña sin la uvina. Es el patrón, la raíz madre, la semilla que sostiene a las distinguidas variedades. La uvina es el antídoto contra la filoxera, el cáncer de la vid. Dicen que es el patrón del bien, del bien de los viticultores del valle de Lunahuaná, Pacarán y Zúñiga. Los que –por la uvina- se precian de ser reconocidos con denominación de origen.
En el recorrido por las cepas de don Víctor Zapata Velit -el señor de señores de la marca Pisco Zapata y campeón nacional de pisco-, se escucha un murmullo contagiante, son los niños que han llegado. Ellos se preparan, se arreglan, se visten, quieren aprender y demostrar al mundo los secretos de los abuelos.
Siete Maravillas de Lunahuaná
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Vendimia de niños en Lunahuaná
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