El cine español que ha llegado a la cartelera en los últimos meses se ha visto azotado por la crisis y la falta de presupuesto −como todos los sectores-, y su contenido ha seguido provocando opiniones contrapuestas entre los críticos. Sin embargo, los largometrajes que todavía se ruedan en España están generando un cierto consenso en torno a su factura: se trata de un cine que comienza a ser visualmente irreprochable.
Por acotar temporalmente esta tendencia, desde el pasado septiembre hemos podido ver en los cines películas de catástrofes como «Lo imposible», de trasfondo bélico como «Invasor», de animación como «Tadeo Jones»... o comedias como «Los amantes pasajeros», todas ellas con una postproducción compleja a la hora de recrear ambientes y escenarios. Y todas ellas con una ejecución visual de alto nivel: repetimos, más allá de las críticas sobre su contenido.
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